A menudo ves como mucha gente pierde el tiempo en clase discutiendo si esto es asi, o es asao, si a mi me lo ha dicho asi el profesor o a mi de otra forma. Como dice el refran “yo soy responsable de lo que digo pero no de lo que tu interpretas”. El gran Maestro Yip Man a la hora de enseñar a los alumnos tenía en cuenta diversa variables como por ejemplo, la fisionomía, la educación, el tipo de trabajo que este desarrollaba, etc. A veces utilizas un ejemplo diferente para cada alumno, o bien buscas una manera de que el lo entienda sabiendo cuales son sus puntos fuertes y su forma de entrenar y comprender lo que enseñas.
El otro día leyenda un libro sobre el Zen, me encontré con la siguiente historia de Buda:
“Un día, un seguidor del Buda Shakyamuni (es otro nombre de como se conoce a Sidarta Gautama) le hizo a este una serie de preguntas metafísicas. El Buda replicó con una parábola sobre un hombre al que le habían disparado una flecha envenenada. El Buda utilizó la parábola para demostrar que no tiene sentido obsesionarse con conceptos metafísicos.
Supongan que un hombre es herido por una flecha envenenada, y sus amigos y familiares le llevan a un cirujano. Supongan entonces que el hombre diga: ‘No permitiré que esta flecha sea sacada de mí hasta que sepa quién me la tiró; ya sea un ksatriya (de casta guerrera) o un vaisya (de la casta comercial o de la agricultura), o un sudra (de la casta baja); cuál pueda ser su nombre y su familia; si es alto, bajo o de estatura mediana; si su complexión es negra, marrón, o dorada; de cuál aldea, pueblo o ciudad viene. No permitiré que la flecha sea quitada hasta que conozca la clase de arco con la que me hirieron; el tipo de cuerda usada; el tipo de flecha; qué clase de pluma fue usada en la flecha y con qué clase de material el punto de la flecha fue hecho’. Este hombre morirá sin saber alguna de estas cosas”
El taoismo dice “el verdadero Tao no puede ser explicado, sino no es el verdadero Tao”, eso mismo ocurre con el Ving Tsun o con cualquier otra cosa en la vida, todo esta sujeto a interpretaciones propias del sujeto, no olvidemos que tan solo somos un organismo cuerpo-mente y que no hay dos huellas digitales iguales. Por eso es inútil discutir si una técnica es de esta forma o de otra, ponla en práctica, pruebala, si te funciona usala y sino te funciona desechala. Son infinitos los factores que intervienen en un instante como para ser capaz de procesarlos a todos. Según la fisica cuántica en cada instante hay más de 400 millones de bites de información y nosotros tan solo somos conscientes de 2000 bites.
Hay otra historia zen que dice asi y que viene muy bien para ilustrarlo:
Un ciempiés venía caminando alegremente, cantando por lo bajo una canción, cuando de pronto, justo delante de sus narices, aterrizó una cotorra.
- ¡Hola, soy la cotorra! – dijo la cotorra.
– Y yo el ciempiés.
– ¡Oh, sí, lo sé! Te he visto por aquí otras veces. Y la verdad es que te admiro.
– Y……… ¿Por qué? – preguntó el ciempiés.
– ¡Cómo por qué! Tienes un andar precioso, con todas esas patas. Yo apenas tengo dos y muchas veces no sé cuál mover primero.
– ¡Oh! – dijo el ciempiés, y revoleó los ojos hacia el cielo.
Quedaron un momento en silencio.
– ¡Bueno, tengo que irme! – dijo la cotorra. ¡Nos vemos! Y desapareció en un revuelo de plumas verdes.
Pasó la mañana, el sol llegó a lo alto, vino la tarde y con las últimas luces del crepúsculo, regresó la cotorra.
– ¿Qué haces aquí todavía?
El ciempiés estaba ahí, en el mismo sitio. No se había movido un solo centímetro y de sus ojos rodaban un par de lágrimas gordas.
– Verás – dijo el ciempiés – cuando hablaste de todo ese asunto de las patas y el movimiento, me puse a pensar y ahora ya no puedo decidir cómo avanzar.
La mente es buena, necesaria,
pero no permitan que los paralice,
que les quite la vida.
Porque, antes que nada, la vida es acción.